domingo, 29 de septiembre de 2013

El motín de Esquilache




EL MOTÍN DE ESQUILACHE





En 1766, siendo rey de España Carlos III, se produjo el motín de Esquilache, una revuelta en la que se calcula que participaron unas 40.000 personas en varias ciudades españolas, que estuvo a punto de poner en peligro la figura real. Aunque el detonante de la revuelta fue la publicación de un bando municipal que regulaba la vestimenta de los madrileños, habría que buscar las causas verdaderas en el hambre, las constantes subidas de los precios de los artículos de primera necesidad y el recelo de los españoles a los ministros extranjeros traídos por Carlos III.

El marqués de Esquilache, de origen italiano, quería adecentar Madrid, pavimentando y alumbrando calles y creando paseos y jardines. También dictó un bando prohibiendo la vestimenta castiza de la capa larga y el chambergo (sombrero de ala ancha), con el pretexto de que, embozados, los madrileños podían darse anónimamente a todo tipo de atropellos y esconder armas entre los ropajes, y que éstos debían ser sustituidos por la capa corta y el tricornio, de procedencia extranjera. Pero, tras su publicación, el bando fue desobedecido por los madrileños. Entonces Esquilache recurrió a los soldados para imponer su cumplimiento. Todo ello desencadenó un motín, en el que los amotinados asaltaron la casa de Esquilache, destrozaron algunas farolas colocadas por el marqués y, finalmente, se dirigieron al Palacio Real para hacer llegar al rey sus peticiones. Tras un enfrentamiento con la guardia real, en el que murió una mujer, un sacerdote las hizo llegar al monarca. El rey aceptó con disgusto las exigencias populares. Con este hecho parece que la calma volvió a reinar de nuevo en la ciudad.

Pero, al enterarse al día siguiente el pueblo de que el rey había partido a Aranjuez con su familia, el motín se recrudeció, se asaltaron almacenes de comestibles, cárceles y cuarteles. El motín no cesó hasta que el rey hizo leer por las calles su respuesta ratificando su promesa de respetar las peticiones populares, lo que consiguió calmar los ánimos.

Una de las consecuencias del motín fue la caída en desgracia del marqués de Esquilache y su posterior destierro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario