INTRODUCCIÓN.
Junto
al cambio político que significó en España el triunfo del Liberalismo partir del 1833, hay que señalar todo el
conjunto de medidas jurídico económicas
que tenían por objeto acabar con el dominio socio-económico de la nobleza y del
clero, con unas estructuras productivas feudalizantes, e introducir al país por
la senda del capitalismo modernizando para ello las estructuras económicas.
La
eliminación de los gremios, de los señoríos laicos, del diezmo, de la Mesta,
etc... son algunas de estas medidas, pero nada comparables con las Desamortizaciones
que acarreó la venta de muchas y muy importantes fincas rústicas y urbanas,
debilitando el papel económico y social que habían desempeñado en el antiguo
régimen algunas instituciones, sobretodo el clero y los municipios.
DEFINICIÓN
DEL CONCEPTO.
Se
entiende por desamortización el conjunto de disposiciones tomadas por el poder
político con objeto de liberar la propiedad acumulada en determinadas manos
“manos muertas”, devolviendo estas propiedades a la ley del mercado. El Estado
se incautó de una serie de bienes amortizados que pasaban a ser bienes
nacionales. Los vencía a particulares, y al serán adquiridos se convertían en
bienes libres, lo que significaba que podían ser vendidos por sus nuevos dueños,
a conveniencia de los nuevos propietarios.
ALCANCE
DE LAS DESAMORTIZACIONES.
Las
medidas desamortizadoras ocuparon más de la mitad de los años del siglo XIX y
afectaron a cientos de miles de fincas rústicas y urbanas procedentes de
instituciones civiles y eclesiásticas.
Se
calcula que al final del proceso desamortizador se desamortizaron más de 10
millones hectáreas, sólo de fincas rústicas, lo que suponía aproximadamente un
20% del territorio nacional.
Dicho
volumen de ventas contribuyó de manera muy notable a la gran transformación
económica y social que sufrió España en el siglo XIX.
Los
bienes desamortizados pertenecían a bienes y fincas tanto del clero como de
instituciones civiles: bienes raíces de hospitales, hospicios, casas de misericordia,
casas de reclusos, Ordenes Militares, cofradías, santuarios dl clero regular y
secular, bienes propios y comunes de los Ayuntamientos
FASES
DEL PROCESO DESAMORTIZADOR.
Se
puede hablar de cuatro fases de desamortización: la primera en 1798, la segunda
durante el Trienio Liberal y las dos siguientes, las más conocidas y estudiadas
y las que más trascendencia tuvieron: la de Mendizábal en 1836 y la de Pascual
Madoz en 1855.
La primera fase se inició en 1798 y afectó a
bienes raíces pertenecientes a casas de beneficencia, hermandades, obras pías y
patronato de legos. El impulsor fue el ministro de Economía de Carlos
IV
Cayetano Soler y se hizo con el fin de sanear la caótica situación de la
Hacienda, aunque no consiguieron arreglarla. Afectó fundamentalmente a las
provincias de Sevilla, Córdoba, Jaén y sus repercusiones sociales fueron
importantes ya que privaron de su patrimonio a las instituciones que prestaban asistencia social
a los enfermos. En el año 1808 la Junta Central Suprema ordenó suspender las
ventas.
La segunda fase tuvo lugar durante el Trienio
Liberal ( 1820- 1823).
Durante
este período fue suprimida la compañía de Jesús, se incautaron los bienes de numerosos monasterios, se prohibió la fundación
de otros nuevos y se entregaron a la Hacienda Pública las rentas sobrantes de
los conventos que quedaban. Se calcula que a lo
largo
del Trienio se habían abandonado 801 monasterios, casi la mitad de los
existentes. La incidencia de esta segunda fase del proceso desamortizador se
centró más en la pérdida de patrimonio artístico que en las consecuencias
económicas que fueron pequeñas.
La tercera fase es la comúnmente conocida como
desamortización de Mendizábal, se inició en 1836 y se concluyó en 1844. Mendizábal,
financiero gaditano, militaba en las filas del Liberalismo Progresista, vivió
exiliado en Londres por su participación en levantamiento de Riego en 1820, fue
nombrado Ministro de Hacienda en una situación especialmente delicada para la
Regente María Cristina. La guerra contra los carlistas no iba nada bien y
además la situación del la Hacienda era absolutamente caótica, en parte por los
gastos que suponía la guerra. La habilidad mostrada al frente del Ministerio de
Hacienda le sirvieron para ser nombrado primer ministro, su buena gestión salvó
el trono de la regente.
La
desamortización de Mendizábal afectó a los bienes de la Iglesia, primero del
clero regular, y a partir del 1841 la medida también afectó al clero secular. Las
ventas se iniciaron en Junio de 1836 y con ellas se pretendía un triple objetivo:
sanear la hacienda, recaudar fondos para financiar la guerra carlista y además
poner en manos de numerosas familias beneficiadas por las subastas los bienes
de la Iglesia, vinculándolas de alguna manera a la causa liberal.
Durante
la Desamortización de Mendizábal se vendieron 176. 499 fincas rústicas y 21.281
urbanas. Las provincias más afectadas fueron: Madrid, Sevilla, Toledo,
Salamanca, Córdoba, Valencia, Jaén, Badajoz, Zamora, Cáceres, Barcelona, Valladolid y Palencia. En
estas once provincias se vendió el 52% del total nacional de fincas rústicas y
el 73% de fincas urbanas.
Las
consecuencias no fueron las deseadas, en parte porque se desarrolló de forma
atropellada y no lo suficientemente madurada. Desde el punto de vista artístico
la desamortización de Mendizábal causó un enorme destrozo, dado que los mejores
tesoros artísticos se encontraban en manos de los grandes monasterios.
Desde
el punto de vista social los resultados tampoco fueron los deseados, como
afirmó el gran historiador Claudio Sánchez Albornoz “La desamortización de Mendizábal
fue genial en su concepción, pero torpe en sus medios, pudo resolver el grave
problema agrario español,
dando
las tierras a los campesinos. Sin embargo a lo largo creó una burguesía
terrateniente nacional del siglo XIX.” Grandes posesiones y extensas fincas que
habían pertenecido a históricos conventos o cabildos catedralicios pasaron a
nuevas manos conservando su estructura. Miles de pequeñas fincas que
pertenecían al clero secular y se hallaban situadas alrededor de los cascos
urbanos pasaron a manos de la burguesía.
No
se hicieron caso a las propuestas del diputado Fernández Estrada, que consistían
en que los bienes rústicos expropiados se dieran en arrendamientos a largo tiempo
o a perpetuidad a los colonos del clero, pagando un canon igual a la renta que
pagaban al clero en concepto de arriendos.
La Desamortización de Madoz se inició por la ley
del 1 de Mayo de 1855 por la que se declaraban en estado de venta todos los predios
rústicos y urbanos pertenecientes al Estado, al clero, a las Ordenes Militares,
a cofradías, obras pías y santuarios, a los propios y comunes de los pueblos, a
la beneficencia, a la Instrucción Pública y a cualquiera de los otros
pertenecientes a “manos muertas”. La desamortización de Madoz cierra el círculo
del proceso desamortizador del siglo XIX en España.
El
proceso de venta se realizó a través de numerosas Órdenes Ministeriales a
gobernadores y administradores para que las llevasen a cabo.
La
Desamortización de Madoz tuvo mayor importancia que la de Mendizábal, tanto por
el número de años ya que estuvo vigente hasta el 1900, como el volumen que
alcanzaron las ventas. Las diferencias de la desamortización de Madoz con la
Mendizábal consisten: en que mientras en la desamortización de Mendizábal la
casi totalidad de los bienes vendidos procedían del clero regular o secular, en
la desamortización de Madoz los bienes más afectados fueron los de los municipios,
tanto los bienes de propios cuyo usufructo era arrendado al mejor postor, como
los bienes comunales (dehesas, montes pastos) Cuyo usufructo era disfrutado
gratuitamente por vecinos del pueblo.
En
consecuencia la desamortización de Madoz tuvo un carácter más rústico que
urbano, aunque las fincas rústicas desamortizadas por Mendizábal eran de mejor
calidad, la extensión de lo vendido fue mucho menor.
La
desamortización de 1855 fue muy importante ya que afectó a todo el territorio
nacional. Desaparecieron las inmensas posesiones de los pueblos y municipios,
que pasaron a manos de particulares, gentes que pasaron a desempeñar un papel
importante dentro de la historia política y económica de España.
Las
consecuencias sociales fueron, si cabe, aún más perniciosas para el
campesinado, ya que con la desamortización de los bienes comunales, muchos
campesinos se vieron privados del único medio de subsistencia que tenían,
además perjudicó sobremanera a los Ayuntamientos
ya que el alquiler de los Propios constituían el único ingreso de muchos
Ayuntamientos.
CONSECUENCIAS
DEL PROCESO DESAMORTIZADOR.
1.
POLÍTICAS
El
descomunal reparto de “riqueza” que supuso la desamortización y la manera en que
se desarrolló, contribuyó a configurar una sociedad desigual, donde las
manifestaciones, afiliaciones masivas a partidos de izquierda, sublevaciones
campesinas e incluso la guerra civil del 36-39, probablemente no se hubieran
producido si las desamortizaciones se hubieran hecho de otra manera.
Posiblemente
la vida política y social de muchos municipios en los que se vendieron considerables
extensiones de terrenos a unos pocos compradores quedaron condicionados a los
deseos de estos- caciquismo.
2.
SOCIALES.
Mantenimiento
de la concentración de la propiedad en manos de grandes terratenientes, ya que
fueron numerosas familias de la burguesía las que se hicieron con las
propiedades pertenecientes a los bienes del clero y a las entidades
municipales, al mismo tiempo que se producía la proletarización del
proletariado.
3.
ECONOMICAS.
Falta
de Espíritu de empresa y descapitalización de la agricultura. Los nuevos
terratenientes, si bien intentaron obtener los máximos beneficios de sus
explotaciones, lo hicieron presionando sobre todo a la mano de obra y no
intentaron intensificar la capitalización del campo con objeto de incrementar
la productividad y los rendimientos.
La
mayor parte de los terratenientes originados por la venta de bienes nacionales
estuvo constituida por familias que algunas se fueron vivir a la ciudad y junto
con las familias poseedoras de fincas rústicas- antigua aristocracia- se
erigieron en la elite económica de la sociedad. Estas familias de
terratenientes vivieron un tanto apoltronadas sin que les moviese ningún ideal
para mejorar los rendimientos y productividad.
Obstaculizó
y ralentizó el desarrollo industrial. La desamortización probablemente retrasó
el desarrollo de la industria, en tanto que canalizó un volumen cuantioso de
dinero a la compra de fincas.
Además
con la desamortización se produjo la vinculación del poder económico al
político, en cuanto fueron los terratenientes, los que dueños de gran parte del
poder político guardaron celosamente las prerrogativas económicas y tuvieron
buen cuidado de que la estructura económica del campo permaneciera intacta.
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