LAS TRANSFORMACIONES DE LA AGRICULTURA.
La concepción jurídica de los derechos de propiedad de los
gobiernos liberales del siglo XIX, implican la desaparición de las formas
propias del Antiguo Régimen (señorío, mayorazgo, bienes comunales, manos
muertas) y la consolidación de la propiedad privada de la tierra, como parte de
la nueva organización capitalista de la economía.
En sus decisiones influyen los graves problemas agrarios:
la oposición del campesinado a seguir pagando viejos derechos feudales, la necesidad
de acceso a la tierra, así como la de fomentar la modernización y el progreso
en el sector.
De esta forma se inicia una reforma agraria liberal tras la
subida de los liberales al poder en 1836, cuyo objetivo era liberar a las
tierras de las trabas del Antiguo Régimen, desarrollar la propiedad privada y
fomentar la economía de mercado. Las medidas principales fueron:
·
abolición de los señoríos y de los derechos
jurisdiccionales
·
desvinculación de la propiedad
·
desamortización de las tierras en manos de la
Iglesia y los ayuntamientos
·
así como otras medidas encaminadas a dar
libertad a sus propietarios para disponer de sus tierras y sus productos, como
son las leyes de cercamiento, fin del privilegio del ganado, libertad de
arrendamientos, etc.
LOS EFECTOS DE LA REFORMA AGRARIA.
La abolición de los señoríos y de los derechos
jurisdiccionales no significó la perdida de los derechos sobre la tierra de los
antiguos señores, ya que la mayoría los había transformado en propiedad
privada.
Gran parte del campesinado pleitea contra ellos para
acceder a la propiedad de la tierra que cultivaban, pero los tribunales fallan
siempre a favor de la nobleza, considerándola “propiedad natural” y a no ser
que los campesinos tuvieran documentos (contratos) indiscutibles, la propiedad
era de la nobleza.
De esta forma, aunque el campesinado queda libre del pago
de las rentas señoriales su situación apenas mejora. Tras la reforma pasan a
ser arrendatarios o asalariados de un propietario privado, lo que lleva a
agravar el problema del jornalerismo.
La desvinculación de la tierra y las desamortizaciones de
Mendizábal en 1836 y Madoz en el 1855permitireron que miles de propiedades
salieran al mercado lo que modifica profundamente la propiedad territorial.
Miles de edificios y parcelas agrarias cambian de dueño, aumentando el número
de poseedores.
Pero el objetivo de los liberales de convertir en
propietarios a los pequeños y medianos campesinos no se cumple ya que excepto
en algunas zonas, compraron las tierras quienes ya las tenían y quienes
contaban con recursos para comprarlas. (Funcionarios, comerciantes, militares…)
Además los nuevos propietarios estaban más interesados en
conseguir beneficios rápidos, que en invertir en la tierra y dedicarse
profesionalmente a ella. Los compradores no eran campesinos, así que la
desamortización no consigue su objetivo, crear una amplia masa de medianos
propietarios que mejoraran el sector agrícola.
Si tuvo éxito en otras cuestiones: se obtiene beneficio
para financiar la guerra carlista, la hacienda pública adquiere liquidez, se
fomenta la construcción del ferrocarril y la tierra se pone en mano de un
sector social que quería obtener beneficios, por lo que se mejora el
rendimiento debido a la expansión de cultivos y apenas por las mejoras técnicas.
1.3.- Los
límites del crecimiento agrario.
La consecuencia más importante de la reforma agraria
liberal fue el aumento de la roturación de tierras que estaban sin cultivar. Se
pasa de 10 a 16 hectáreas y se consigue una producción de cereal suficiente,
sólo se importará en ocasiones especiales, lo que va a permitir un crecimiento
sostenido de la población.
La mayor expansión de cultivos se produjo en los cereales
(80% del suelo) le siguen la vid, el maíz y la patata. Sin embargo el ganado
sufrió un retroceso, ovino y con más intensidad el lanar. Esta ultima afectada
por la bajada de las exportaciones de lana, la supresión de la Mesta y sus
privilegios, así como las nuevas roturaciones. No obstante aumenta la cabaña
porcina.
El aumento de la producción agrícola se alcanza por el
aumento de la superficie cultivada y no por la modernización de las técnicas de
cultivo, que seguían siendo atrasadas con respecto a Europa. El sector no está
estancado pero los progresos son muy modestos.
El lento aumento de la productividad, clave del atraso
agrícola se atribuye en parte al marco natural, orografía, suelo, clima, poco
favorable, pero sobre todo a la estructura de la propiedad que no permite la
mejora técnica.
Existen dos tipos de propiedades:
·
El minifundio (pequeñas propiedades) se
encuentran en la submeseta norte y en Galicia. En estas propiedades la
producción se destinaba al autoconsumo dada su escasa rentabilidad, lo que no
permite la innovación o la venta de excedentes en los mercados.
·
El latifundio (gran propiedad) se sitúa en Castilla_La Mancha, Extremadura y
Andalucía. La mayoría de estos propietarios no estaban interesados en invertir
para mejorar el cultivo, sino para obtener beneficio rápido.
Estos
tipos de propiedades, frenan la innovación agrícola y deja al campesinado sin
tierras en condiciones muy precarias. Esto generará una notable conflictividad
campesina a lo largo del siglo XIX.
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